jueves, 23 de septiembre de 2010

Halconeo: El Vacío Legal


Un testigo en Reynosa narra lo sucedido a partir del momento en que los soldados, que formaban un convoy de patrullaje, se dan cuenta que una camioneta los venía siguiendo a la distancia y sus ocupantes, jovenes, hablaban insistentemente por radio.

Por el comportamiento, los soldados dedujeron que eran “halcones,” es decir, espías del crimen organizado que se dedican a seguir a las unidades federales y van reportando todos sus movimientos a sus jefes alertando de cualquier operativo sorpresa.

Los militares los detuvieron, los revisaron a ellos y revisaron también el auto sin encontrar armas ni droga. Sabían perfectamente los soldados que los jovenes eran “halcones” pero al no traer armas ni droga técnicamente no había delito que perseguir. Se limitaron a escarmentarlos, golpeándolos, quitándoles el dinero, le poncharon las llantas a la camioneta y los mandaron a pie a sus casas.

No podían hacer otra cosa los militares que tragarse su frustración, pues el “halconeo” no está tipificado en el Código Penal de Tamaulipas y, por lo tanto, no tenía caso detener a los jovenes y entregarlos a la justicia pues no había delito que perseguir, a pesar de que claramente, estaban sirviendo a delincuentes.


Otra cosa hubiera sido que portaran ilegalmente un arma, o dosis de droga. Entonces se habría podido fincarles delito, pero no por el espionaje.

El sistema de inteligencia básico de los cárteles
El “halconeo” es una herramienta muy útil para los carteles del crimen organizado porque es uno de sus principales sistemas en la obtención de inteligencia sobre los movimientos e intenciones de los operativos en su contra.

Los “halcones” normalmente muy jovenes, incluso adolescentes menores de edad, se colocan en cruces importantes, gasolineras, tiendas de conveniencia y puntos cercanos a los cuarteles de las fuerzas federales. Se les dota de radios desde los cuales transmiten sus informes del paso de algun convoy lo que mina considerablemente la eficiencia de los operativos que realizan Policía Federal, Marina o Ejército. También suelen entrar en este perfil los trabajadores del comercio informal como vendedores de piratería o comida en la vía pública que, camuflados en su actividad, observan y reportan.

Otra modalidad del “halconeo” son personas con vehículo y radio, frecuentemente taxistas, que se dedican a seguir a distancia los vehículos militares informando de su posición.

Finalmente, la más grave es la que realizan elementos de las policías municipales que también siguen vehículos e informan por radio, pero además llegan a los operativos militares en aparente cooperación que, en realidad, busca extraer información. Incluso llegan a accionar las sirenas al paso de los federales para alertar a los criminales de la cercanía militar.

Enfrentamiento entre militares y policías “halcones” en Nuevo León

El vacío legal
El “halconeo” mina considerablemente la eficacia de las fuerzas armadas en la calle, pues resulta sumamente complicado poder armar una operación sorpresa con tantos ojos reportando cada paso.

Es, por lo tanto, increible que estados severamente golpeados por el narcotráfico como Tamaulipas no haya tipificado aun el “halconeo” en su Código Penal estatal.

No se puede entender que una persona que espia a las fuerzas federales del orden, para favorecer al crimen organizado, no sea considerado un delincuente.

Como en toda federación, cada entidad tiene su propio Código Penal. Otros estados como Nuevo León ya lo hicieron y entidades como Colima ya está en vías de hacerlo. Tampoco se entiende que en Tamaulipas no haya ni rumores de que algún día piensen hacerlo.

En Nuevo León fue el propio gobernador del estado, Rodrigo Medina, quien mandó en junio pasado la iniciativa de ley al Congreso Local de Nuevo León para modificar el Código Penal del estado y configurar como delito grave el espionaje que realizan los “halcones” para la delincuencia organizada.

De Eugenio Hernández, gobernador de Tamaulipas, o del Congreso de Tamaulipas, ni sus luces. Ni una sola mención al tema en lo que va del año.

Las leyes tienen que actualizarse para que puedan regir en las nuevas violaciones al orden que van surgiendo en la sociedad. Hoy se vive una epoca en la que el narcotráfico se ha adueñado de espacios ciudadanos y es inadmisible que los organos de gobierno muestren tal pasividad para dictar leyes que combatan con toda claridad los nuevos ilícitos.

Si el gobernador de Tamaulipas hubiera tenido la iniciativa de enviar una propuesta al Congreso Local para modificar el Código Penal de la entidad y tener mayores herramientas para combatir el crimen, entonces le creeríamos algo de lo mucho que dice sentirse lastimado por la situación del estado. Pero su pasividad e irresponsabilidad solo nos confirman la ingobernabilidad que vive la entidad.

El factor social
Y no solo se debe combatir el “halconeo” por el daño que hace a las operaciones militares sino, por sobre todas las cosas, debido a las repercusiones que tiene en la descomposición social.

Un “halcón” es la escala más baja en la pirámide de un cártel. Quien entra a desempeñar esa posición lo hace soñando con grandes cantidades de dinero, de ir creciendo en la criminalidad, y de ser alguien en su colonia. El “halcón” de inmediato comienza a hablar con el léxico propio de su grupo criminal, ya no está listo, ahora está “bien pilas” o “está al cien” y cuando quiere impresionar al jefe, suele decir que está “al millón.” Comprará camisetas y gorras imitación Ed Hardy, mientras más brillos tengan, mejor. Se coloca el radio, su herramienta de trabajo, en un lugar del cinto donde quede bien visible, y cuando lo use, hablará fuerte para que todo mundo sepa que trabaja con la “maña” o con “la compañía.”

Eso, en un joven de 17, 18 o 20 años, que apenas empieza a vislumbrar sus oportunidades en la vida, suele ser un camino sin retorno. Llegará el momento en que sus jefes lo dejen hacer un “jale” de mayor exigencia, y llegará el momento del adiestramiento en las armas. Son inumerables los casos de jovenes que fueron captados como “halcones” y que hoy desempeñan funciones de “estaca” (sicariato) dentro de los cárteles.
Ahí radica la urgencia de legislar el tema, por los daños operativos pero también por los daños a la sociedad.

Cómo legisló Nuevo León
El estado de Nuevo León lo hizo modificando el artículo 192 de su Código Penal que ahora dice:

Se impondrá una pena de dos a quince años de prisión y multa de doscientas a cuatrocientas cuotas a quien aceche o vigile o realice actos tendientes a obtener información sobre la ubicación, las actividades, los operativos o en general las labores de seguridad pública, de persecución o sanción del delito o la ejecución de penas.

Además de las penas previstas en el párrafo anterior, se impondrá desde un tercio hasta una mitad más de la sanción privativa de libertad que le corresponda, al que realice la conducta descrita en este artículo utilizando para ello cualquier vehículo de servicio público de transporte de pasajeros u otro que preste un servicio similar o que por sus características exteriores sea similar a la apariencia de los vehículos destinados al servicio de transporte público de pasajeros.

Las penas señaladas en este artículo, se aumentarán desde un tercio hasta un tanto más de la pena que le corresponda, y se impondrá además destitución del cargo o comisión e inhabilitación de tres a diez años para ocupar otro,  cuando el delito sea cometido por servidores públicos o por ex servidores públicos de las fuerzas armadas, instituciones de seguridad pública o de procuración de justicia.

Es decir, ya en Nuevo León el sólo hecho de seguir insistentemente a un convoy militar es objeto de delito. No se tiene que recurrir a buscarle droga o armas prohibidas al sospechoso para poder fincarle el delito, basta con la acción del seguimiento para considerarlo espionaje y delito grave.

Contempla también penas mayores para los servidores públicos, con el claro objeto de combatir el “halconeo” desde las mismas filas policiacas.

La iniciativa de ley enviada por Rodrigo Medina fue aprobada con unanimidad por el Congreso Local de Nuevo León a finales de junio de este año y se cuentan ya por decenas los “halcones” que han sido entregados por el Ejército o la Policía Federal a los órganos de justicia locales para fincarles responsabilidad.

Es fundamental que las autoridades de Tamaulipas promuevan esta ley para que, al menos, guarden las formas de una manera que sea un poco más creible.

Actualización 24 de Septiembre de 2010

Un lector amablemente nos proporcionó un documento que es la iniciativa de ley para tipificar el “halconeo” en el Código Penal Federal recientemente enviada al Congreso de la Unión.

La iniciativa fue enviada por el dipuado Guillermo Cueva Sada del Partido Verde Ecologista donde propone que se integre el Artículo 127 Bis al Codigo Penal Federal, en donde se tipifique el “halconeo.” Este artículo quedaría puesto en el Capítulo II donde se habla del delito de espionaje.

El Código Penal Federal solo castiga el espionaje cuando un extranjero envíe información a una nación extranjera con el propósito de una posible invasión del territorio nacional o de alterar la paz interior. También castiga al mexicano que, teniendo en su poder documentos o informaciones confidenciales de un gobierno extranjero, los revele a otro gobierno, si con ello perjudica a la Nación Mexicana. Y finalmente, castiga al que teniendo conocimiento de las actividades de un espía y de su identidad, no lo haga saber a las autoridades.
Esos son los únicos 3 escenarios de espionaje que el Código Penal Federal contempla. La iniciativa enviada por el diputado Cueva Sada lleva por objeto incluir como un nuevo escenario de espionaje el que se realiza sobre las fuerzas de seguridad pública.

La redacción propuesta por el diputado Cueva Sada es prácticamente la misma que se incluyó en el Código Penal de Nuevo León en su artículo 192 y que ya referíamos arriba.

El pasado 7 de Septiembre la LXI Legislatura de la Cámara de Diputados recibió la iniciativa de decreto “que adiciona un artículo 127 Bis al Código Penal Federal y se reforma el artículo 194 del Código Federal de Procedimientos Penales, a cargo del Dip. Guillermo Cueva Sada, del PVEM.”

La iniciativa se turnó a la Comisión de Justicia para afinarla y luego someterla a discusión y votación. Es decir, apenas es una iniciativa y, por supuesto, aun no está en vigor. Lo estará hasta que los diputados la voten a favor, y sea publicada en el Diario Oficial de la Federación.

Sin embargo, es un paso muy importante en el combate al “halconeo.”

Otro lector nos precisaba que no es fuero de los estados combatir el “halconeo” por ser delincuencia organizada y, por lo tanto, fuero federal. Eso es incorrecto, porque ni la Ley Federal de Delincuencia Organizada refiere el “halconeo” como un delito cubierto por esa ley, ni tampoco el Código Penal Federal, como ya citabamos, describe una situación de “halconeo” ni en el capítulo de espionaje, ni en el de delitos contra la salud.

El objetivo de que el “halconeo” sea tipificado en los Códigos Penales de los estados es que el sólo hecho de espiar a una fuerza de seguridad sea delito, sin importar para quien trabaje el espía. Es decir, es igualmente delito de espionaje el seguir y vigilar a una patrulla de policía municipal que investiga un robo de auto, por ejemplo, y es igualmente delito de espionaje el seguir y vigilar a un convoy del ejército que hace un patrullaje en contra del narcotráfico.

La redacción del artículo no habla de narcotráfico, robo de autos, secuestro. Por lo tanto, no importa en el momento de la detención si es delincuencia organizada o no, simplemente tipifica como delito seguir a fuerzas de seguridad pública. Esto lleva la finalidad de poder hacer la detención de los “halcones” y ya después indagar si son aplicables cargos por asociación delictiva, delitos contra la salud, o cualquier otro delito de delincuencia organizada.

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