jueves, 11 de noviembre de 2010

Día de Muertos en Ciudad Guerrero: El otro éxodo en Tamaulipas


Apenas a unos kilómetros hacia el oeste de la ya desierta Mier se encuentra Nueva Ciudad Guerrero, Tamaulipas. Es otra población que no se ha mantenido ajena a la violencia del crimen organizado y que también vive su propio éxodo.

El panorama en Guerrero no es muy diferente al de Mier. Ambos están convertidos en campos de guerra con casas incendiadas, combates cotidianos, civiles armadas y hasta militares apócrifos.

Platicamos con Miguel, descendiente de una familia de Guerrero y que pasó buena parte de su niñez en el poblado. Hace ya unos años que se fue a Estados Unidos, pero cada 2 de Noviembre acude religiosamente al panteón del municipio para celebrar y dejar flores a sus antepasados muertos.

"Tenemos mucha gente en el panteón," asegura. "Y a pesar de la inseguridad, conservamos las costumbres y tradiciones de ir a dejarles flores."

Este nostálgico guerrerense ofrece su testimonio de forma anónima, por lo que simplemente lo llamaremos Miguel. Para él, volver a Guerrero por primera vez desde el estallido de la guerra entre Golfo y Zetas ha sido doloroso. No encontró nada de lo que tanto disfrutó siendo niño.

La primera sorpresa al entrar al pueblo fue ver la gran cantidad de casas quemadas.

"¡Eran señoras casas!," exclama Miguel. "Unas 'casononas' y hoy están quemadas. Si te digo 50 casas que vi quemadas (en el pueblo) se me hacen pocas."



Y es que en Guerrero siempre ha operado el narcotráfico, dice Miguel, pero "no se metían contigo."

Eran los miembros de una familia local los que solían operar el trasiego de drogas pero, con el inicio de la guerra entre carteles este año, empezaron a matarlos y quemarles sus casas.

"Ahí en Guerrero los que iniciaron todo fueron miembros de una misma familia," explica Miguel. "Con ellos empezaron las balaceras y las casas quemadas. Pero, ¿de qué les sirvió? A unos ya los mataron. Los que quedaron vivos, ya se fueron. Y, además, les han ido quemando sus propiedades."

En pocas palabras, los cárteles han impuesto su nivel de violencia en la zona que usualmente se ha denominado como territorio de los Zetas y al que el Cártel del Golfo hace incursiones tratando de desestabilizar desde hace meses, pero sin poder lograr el control de la plaza.

Al llegar al panteón aguardaban más sorpresas. Estaba rodeado por más de 10 camionetas del Ejército y un buen número de efectivos militares apostados en el lugar. Sin embargo, los militares eran falsos o "clonados" como se les ha dado a llamar.

"Era muy obvio," enfatiza Miguel. "¿Cuándo has visto soldados que traigan puestos zapatos deportivos cuando están en servicio? Aunque estemos a 40 grados centígrados, traen su uniforme y botas militares. No los ves que anden de manga corta o huaraches."

Eran alrededor de 10 camionetas militares rodeando la manzana del panteón "igualitas que las de los soldados," según Miguel, pero no traían el código numérico en las puertas como por ley deben portar las unidades militares.

Y esto no es extraño ni es nuevo. El pasado 3 de Septiembre, miembros del Ejército, abatieron a 27 sicarios en un rancho cercano a Ciudad Mier. En el lugar se encontraron dos camionetas "clonadas" del Ejército con matrículas falsas. A finales de julio, en el mismo municipio se habían decomisado otras dos con las mismas características. La "clonación" de vehículos y uniformes militares es una práctica común en la región por parte de los organizaciones criminales.

Al llegar al panteón, la cosa no era como otros años.

"Había poca gente," dice Miguel. "En años anteriores, la costumbre era quedarte a platicar con los conocidos. Pero la gente como que notaba ambiente tenso, se limitaban a hacer lo suyo y marcharse."

Ya ni los panteones son territorio libre. En Ciudad Guerrero cuando hay algún fallecimiento los emisarios de los criminales hacen acto de presencia en el lugar.

"Les tienes que decir quienes van a asistir al panteón," asegura Miguel. "Tienes que darles número de placas de los carros y lista de personas que vienen de fuera. Si se te pasa alguno, no lo dejan entrar. Ellos tienen el control en el panteón."

Además, la funeraria del poblado fue incendiada.

No es extraño entonces que la gente de Guerrero, al igual que la de Mier, hayan decidido dejar su tierra y marcharse a otro lado. El de Guerrero no es un éxodo que haya acaparado los medios nacionales como sí lo hicieron las conmovedoras imagenes recientes de Mier, pero la situación no es menos grave.

En su regreso a Guerrero, Miguel ya no vio a muchos de los rostros que por años y años vio en el poblado.

"Ya casi nadie vive ahí," explica. "La mayoría se fue a Zapata, Laredo o Roma en Texas. Las familias de ahí, del centro de Guerrero, ya son escasas."

Miguel no tiene empacho en reconocer que Guerrero hace ya mucho que es pueblo fantasma. Los calendarios escolares son irregulares porque se tienen que suspender cuando se recrudecen las incursiones del cártel rival y se multiplican los combates.

"El ciclo escolar pasado lo terminaron después de semana santa. Al final nadamás recogieron boletas. El kinder, la primaria y la secundaria ya casi ni alumnos tienen porque los que tenían edad escolar se los llevaron al otro lado (americano). La mayoría de las casas están solas."

Resulta paradójico que hoy Guerrero sea un pueblo fantasma porque justamente su máxima atracción turística son las ruinas de Guerrero Viejo, el asentamiento original del municipio, ubicada a varios kilómetros de donde se localiza el poblado actual.

El asentamiento original de Guerrero se fundó en 1750 bajo el nombre de Revilla pero casi 200 años después, en 1953, sus habitantes fueron cambiados a otro asentamiento que es donde hoy se ubica la  Nueva Ciudad Guerrero. Esto se debió a la construcción de la presa Falcón y el asentamiento original era proclive a inundaciones por las aguas de la presa, así que abandonaron sus hogares y se mudaron a la nueva ciudad. Aquel fue el primer éxodo.

Guerrero Viejo que por 200 años tuvo vida se transformó entonces en pueblo fantasma. Sus casas se fueron consumiendo por las aguas de la presa y, ya convertidas en ruinas, eran un destino de ecoturismo tanto para los excursionistas, como para los practicantes de la próspera pesca deportiva en sus aguas.

Pero todo esto terminó con la llegada del crimen organizado a hacer guarida en el lugar.

"En las ruinas del Viejo Guerrero ya únicamente vivía una familia de pescadores que era de sucesión," explica Miguel. "Pero los corrieron cuando llegaron 'ellos' (los criminales) a atrincherarse."

Aquel destino turístico ya quedó en manos de la organización criminal que aun controla el municipio. Incluso Miguel asegura que mucha gente en el pueblo se ha enterado de que las ruinas de Guerrero Viejo son ya un campamento donde se adiestran sicarios y se guarda armamento.

Por lo mismo, el paso de los habitantes de Nuevo Guerrero, turistas o pescadores ha quedado prohibido. La enorme presa Falcón es binacional, es decir, que marca la frontera entre Estados Unidos y México por lo que su importancia como derrotero en el traslado de la droga es evidente. Por eso los narcotraficantes vigilan celosamente sus aguas.

Una prueba lapidaria de esto fue el asesinato del norteamericano David Michael Hartley quien junto a su esposa Tiffany se divertía en motos acuáticas sobre la presa Falcón y tuvieron la funesta idea de ir a ver las ruinas de Guerrero Viejo.

Sus motos fueron interceptadas ya en aguas mexicanas por los vigilantes del cártel y Michael fue asesinado. Su cuerpo nunca pudo ser recuperado y a la esposa la dejaron ir.

Esto provocó una gran atención de las principales cadenas de noticias en Estados Unidos quienes, ingenuamente, sugerían que la esposa mentía y que algo tenía que ver en la desaparición de su esposo.

El gobierno de Estados Unidos presionó diplomáticamente para que se presentaran avances, puesto que los investigadores mexicanos se mostraban temerosos de entrar a esos designios que ya sabían prohibidos.

"No podemos entrar sin el apoyo del Ejército o la Marina," decía al periódico texano The Monitor, Rolando Flores Villegas investigador mexicano a cargo del caso. "Podemos ser emboscados ahí."

Ante la crisis diplomática la investigación continuó. Y lo que tanto temían, ocurrió. Ocho días después de que Flores Villegas declarara lo anterior, su cabeza degollada fue dejada en un maletín afuera de una guarnición del Ejército mexicano.

Eso bastó. El caso no ha presentado ningún avance desde entonces. Las dudas sobre la mujer de David Hartley se disiparon y no quedó ningún cuestionamiento sobre quiénes eran los autores. Los medios terminaron por dejar el caso en el olvido.

Así es Guerrero hoy, el nuevo y el viejo, porque el viejo cada vez se parece más al nuevo. Ya pueblos fantasmas los dos.

Ese pintoresco destino turístico que llegó a recibir la visita del entonces presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower o de Neil Armstrong, primer hombre que pisó la luna, ya es un pueblo olvidado en la temperamental frontera chica de Tamaulipas.

Un poblado totalmente fuera del control del estado mexicano, donde aun el Ejército Mexicano corre un altísimo riesgo al intentar una incursión.

Y también para Miguel ya muy poco queda de aquel Guerrero en donde creció. Ya no está el turismo, ni los rostros ni la paz pueblerina.

Para él, hoy más que nunca fue Día de Muertos en Nueva Ciudad Guerrero.



Programa Meridiano X realizado en Guerrero Viejo y Nuevo hace varios años, cuando todavía se podía hacer turismo e invitar a los paseantes a hacerlo. Hoy impensable.



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