miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los Desplazados, Los Olvidados por los políticos


Los desplazados de Mier han quedado en el olvido de los políticos. Pocos, poquísimos, han sido los funcionarios que han salido a dar la cara por los ciudadanos.

Felipe Calderón ni siquiera ha tocado el tema públicamente. Eugenio Hernández, gobernador de Tamaulipas, se limitó a enviar un representante al albergue. El alcalde de Mier, Iván Mancias, aseguró en televisión nacional que han sido "hechos aislados."

El éxodo de Ciudad Mier se ha convertido en una "papa caliente" que ningún "servidor público" de cualquiera de los 3 niveles de gobierno, ha querido cargar. Sólo un funcionario, el alcalde de Miguel Alemán, se ha hecho responsable de ofrecer un apoyo real, sincero y honesto a los desplazados. Los demás anteponen el costo político a la solidaridad genuina.



El alcalde de Ciudad Mier, José Iván Mancias, fue uno de los primeros en salirse del poblado para irse a vivir a Roma, Texas cuando comenzó la violencia. Se ha estado presentando en el albergue con víveres, pero en este momento su investidura como edil es meramente ornamental. En entrevista con el noticiero de Joaquín López Dóriga el lunes pasado, minimizó los hechos de violencia aduciendo que "han sido sucesos aislados que se han desbordado."

El único político que salió a dar la cara por los refugiados con un apoyo real fue Servando López Moreno, presidente municipal de ciudad Miguel Alemán. Recibió a los desplazados de Mier, les instaló un albergue, gestionó apoyos en víveres, buscó programas de empleo temporal y asistencia educativa para los refugiados. Se convirtió en el verdadero alcalde de Ciudad Mier.

Después, el propio alcalde de Mier y los funcionarios estatales se quisieron colgar la medalla de estar coordinando la gestión del albergue en conjunto con el ayuntamiento de Miguel Alemán. Pero fue Servando López a través del DIF local quien habilitó el refugio.

Por su parte el gobierno del estado ha sido inoperante como siempre en el tema. Se apresuró a aplicar su ya emblemático discurso del "no pasa nada" en una campaña que busca devolver, sea como sea, a los desplazados a sus hogares.

Y es que en la primera semana de Diciembre, se espera la visita del gobernador Eugenio Hernández en Miguel Alemán para inaugurar el Hospital General. No quiere tener que lidiar con una inevitable visita al albergue de los refugiados y cargar con el costo político que ello implica.

El hecho de que Mier se haya convertido en la primera población desplazada por la violencia del crimen organizado en el país, ameritaba una atención más personal de los gobernantes.

Ameritaba que Eugenio Hernández acudiera a la frontera chica a ofrecer, personalmente, apoyo a los desplazados. No solo se necesita su presencia inaugurando obras de relumbrón, sino que era justo en estos días cuando verdaderamente necesitaba su presencia esta traumatizada región de Tamaulipas.

Fue Florentino Sáenz Cobos, subsecretario general de gobierno, quien el pasado sábado se presentó en el refugio. Iba con la consigna de iniciar la demagogia para devolver a los refugiados a sus casas.

“A partir de la semana próxima, a la gente de Mier se le dará la garantía de poder regresar a sus hogares, gracias al trabajo que en coordinación se hará con el Ejército Mexicano,” aseguró Sáenz Cobos.

Apenas unas horas después de los dichos del funcionario estatal, los hechos lo contradecían rotundamente, pues el periódico El Universal reportaba que, a la entrada a Ciudad Mier, un convoy militar fue atacado por miembros de los Zetas resultando en el fallecimiento de 4 elementos castrenses. Además, el mismo reporte maneja extraoficialmente que 5 militares más habrían sido capturados en el ataque.

Es decir, no hay condiciones aun en esa región de la frontera chica para que los refugiados puedan regresar a sus casas, como insiste el gobierno de Tamaulipas.

No obstante el atentado contra el Ejército la madrugada del domingo, el secretario de Seguridad Pública de Tamaulipas, Antonio Garza García, insistió el martes en que el éxodo de Mier ya terminó y que se garantiza la seguridad de los desplazados no sólo por parte de las autoridades del estado sino también por el Ejército Mexicano.

No sólo no hay condiciones de seguridad para volver, sino que el Ejército sigue recibiendo golpes en el corazón del territorio que domina el grupo criminal más violento del país.

No sólo no ha terminado el éxodo, como dice Garza García, sino que se está acentuando en poblaciones vecinas como Nueva Ciudad Guerrero en Tamaulipas y General Treviño en Nuevo León.

A nivel federal no ha habido un sólo pronunciamiento al tema del éxodo en Ciudad Mier, por parte del presidente Felipe Calderón.

Alejandro Poiré, vocero de la Presidencia de la República en temas de seguridad, se limitó a abordar de pasada el tema al asegurar que las autoridades federales han estado trabajando, de manera estrecha con las locales, para restablecer la seguridad en el país.

Y reiteró que la violencia en la frontera norte obedece a la ruptura entre el Cártel del Golfo y su antiguo brazo armado, los Zetas, que ahora se disputan el control de rutas y territorios para el trasiego de droga.

Nada nuevo. Esa ruptura la supieron los habitantes de Tamaulipas incluso antes que el mismo gobierno.

Al final, revisando las declaraciones de unos y otros, se hace evidente que nadie carga con la "papa caliente". Nadie se hace responsable. Nadie quiere actuar como el hombre a cargo de la situación.

Y es que, simplemente, no hay nadie a cargo. No hay control del Estado Mexicano en la frontera chica. Poblados de la región como Mier, Los Guerra, Nueva Ciudad Guerrero o General Treviño son territorio indómito, insurgente.

Es una región en perfecta definición del estado fallido.







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