“Existe un tema en donde México necesita de su cooperación. Esto es: detener el flujo de armas de alto poder y otro armamento letal a través de la frontera.”
Era Felipe Calderón hablando en Washington ante el Congreso de los Estados Unidos el 20 de Mayo de este año. Apenas terminó su frase y recibió una ovación de pie por parte de los congresistas estadounidenses.
“Respeto totalmente. Permítanme ser muy claro en esto,” enfatizaba Calderón. “Respeto totalmente y admiro la Constitución americana. Y entiendo que el propósito de la Segunda Enmienda es garantizar a todos los buenos ciudadanos americanos la capacidad de defenderse a sí mismos y a su Nación.
“Pero créanme,” agregaba el mandatario mexicano. “Muchas de estas armas no están terminando en manos de americanos honestos. En vez de eso, miles de estas armas están terminando en manos de criminales. Sólo para darles una idea. En México, en los últimos tres años, hemos decomisado 75 mil pistolas y armas de alto poder, y más de 80 por ciento de las que se han podido rastrear, provienen de Estados Unidos.”
La exigencia a Estados Unidos
Y fue entonces, cuando Felipe Calderón lanzó una tesis polémica al asegurar que la apertura a la venta generalizada de armas de asalto a los civiles disparó la violencia en México.
“Si observan detenidamente,” aseguraba, “se podrán dar cuenta de que la violencia en México empezó a crecer un par de años antes de que yo tomara posesión, en 2006. Esto coincide, por lo menos, con la derogación de la Prohibición de Armas de Asalto en 2004.”
Y enseguida lanzó al Congreso estadounidense una petición, con cierto tono de exigencia, que iba a despertar polémica y a dividir las opiniones en la cúpula política de Washington.
“Quisiera pedir al Congreso que nos ayuden, con todo respeto, y que entiendan lo importante que es esto para nosotros y que ustedes apliquen la legislación para detener el abastecimiento de este tipo de armas a los criminales. Y les pediría que consideren la restitución de la Prohibición de Armas de Asalto.”
A la petición siguió otra ovación de pie de varios segundos aunque, esta vez, sólo los demócratas aplaudieron. Los republicanos, defensores a ultranza del libre mercado de armas, permanercieron sentados.
Exigencia legítima, pero tesis débil.
La exigencia al Congreso de mayor control del flujo armamentístico en Estados Unidos, era legítima pues la mayor parte de las armas que entran a México proceden del país del norte.
Sin embargo, la tesis de que el incremento de la violencia en México, que comenzó en 2004 coincidió con la derogación del control de armas de asalto en Estados Unidos era débil.